Noche de hornear.

Las noches de invierno, se han vuelto por tradición en nuestra pequeña familia, en noches de hornear, cuando mi hija era pequeña disfrutaba de ayudarme a cernir el harina, amasar, mezclar ingredientes, el tiempo en la cocina, era un tiempo familiar, de platicar al calor de la estufa o compartir lecturas. Aunque inicialmente lo que yo buscaba era una forma de mantener templada la casa, descubrí también que era el perfecto pretexto para la convivencia. Mi hija creció con las noches de horneado invernal como parte de su vida, en su infancia fueron como una fiesta que se repetía cada noche, hornear, inventar, dar rienda suelta a la imaginación y al gusto, un día galletas otro tartas, pasteles, o aquello a lo que el deseo y la imaginación nos llevara. Pero horneáramos lo que horneáramos ese tiempo de convivencia familiar se volvió irremplazable. Hornear fue una manifestación mas de amor familiar y un tiempo que sigue siendo gratísimo compartir......

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