La cocina como medio de expresión.
- Zoar Malek
- 4 dic 2017
- 2 Min. de lectura
De un tiempo a la fecha, la cocina ha tomado tal importancia social, que a ratos hasta me hace pensar que se le está sobrevalorando. No era así cuando fui chica, entonces cocinar era un simple oficio al que solo unos cuantos le daban el valor debido. Los cocineros se hacían en las cocinas y desde abajo, muy pocos tenían la oportunidad de ir a una escuela, mientras que las amas de casa cocinaban todos los días como un hábito, como quien cumple con uno más de sus deberes, más por obligación que por placer. Mi madre fue una de ellas, no era mala pero tampoco creo que excepcionalmente buena, sin embargo su gusto por viajar enriquecio su gusto por conocer sabores nuevos, y a su vez eso amplio el horizonte gustativo de toda la familia, sin embargo para ella la cocina era un deber y una necesidad no un placer, repetía los platos bien sabidos y no dio mucha oportunidad a su creatividad. De niña no fui buena comiendo, por lo que nadie pensó jamás que sería buena cocinando, sin embargo al llegar a la adolescencia los aromas comenzaron a hacerme imaginar nuevos platos, nuevas mezclas de sabores más a mi gusto y para cuando llegue a los diecisiete, cocinar ya era para mi otro sendero de búsqueda. Los aromas agitaban mi imaginación y exaltaban mi creatividad. Con los años, cocinar se convirtió en una forma mas de expresión, en un lenguaje, incluso en ocasiones en que me ha tocado vivir en sitios de los que desconozco el idioma, la cocina ha sido mi medio de comunicación y la forma mas franca de aproximación con quienes me rodean.
He cocinado toda mi vida, sin embargo, ser cocinero ahora, en un mundo donde cocinar esta de moda y cualquiera que tome clases cree saber hacerlo, no tiene mérito alguno, el mérito es lograr que la cocina supere el simple efímero placer de un instante y trascienda los recuerdos como algo que se evoca con nostalgia y nos da una sensación de plenitud. Un bocado que al ser tocado por nuestro paladar nos cambie el ánimo y nos traslade a momentos especiales. Todo aquel que logre hacer de la cocina un lenguaje y de un platillo un momento atesorable, un instante irrepetible y mágico, indiscutiblemente ha logrado su cometido con un lenguaje que llega de nuestro paladar al alma.

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