Cocinando Youvetsi para mi hermano.
- Zoar Malek
- 24 ene 2018
- 2 Min. de lectura
Mi familia no es muy unida, nos vemos poco y en ocaciones pareciera cuando nos vemos que no sabemos que decir. Quizá porque la diferencia de edades con mis hermanos es mucha, quizá porque ellos comenzaron a irse de casa cuando yo aun era muy chica, quizá porque me fui a los 16 tras la muerte de mi madre. Como sea, cocinar ha sido desde hace mucho tiempo mi forma de acercamiento a ellos, y cada bocado es un mensaje de afecto ausente de palabras. Hace unos pocos días tuve el gusto de cocinar para mi hermano mayor y su familia, quería yo hacerles algo especial, algo cuyo sabor fuese cálido, y familiar, y al mismo tiempo que les trasladara a esos lugares lejanos y fascinantes que he recorrido y que de alguna forma ahora son parte de mí, de mis recuerdos y añoranzas. No tuve que pensarlo mucho pues conozco bien los gustos familiares, así que prepare mi horno, traje los ingredientes a la mesa, y me deje llevar por el ritmo de el picar del cuchillo, y los aromas de las hiervas y especies. Youvetsi, fue mi elección, un plato de pasta orzo y cordero, que se hornea lentamente, y que probé por primera vez en un pequeño negocio para marinos, en las cercanías de los muelles en Pireos, en Athenas. La comida en Grecia es un verdadero deleite, y la elección se hace siempre complicada, quisiera uno probar de todo, pero las porciones de los negocios callejeros son grandes y abundantes. Como una enamorada de este plato, regrese para volver a comerlo, paladear sus ingredientes y reproducirlo en casa, y de paso me entere que es un plato de fiesta, que en casa solo se elabora para ocasiones especiales, pero se consigue cualquier día, en los negocios callejeros. El borrego se hornea lentamente en cazuelas de barro, en una salsa de tomate, ajo y especies, y una vez cocida la carne se introduce la pasta orzo que se cocerá en el liquido de la carne y la salsa, quedando así una pasta blanda y con un delicioso sabor a cordero, que se sirve como cama de la carne perfectamente cocida y con un toque de queso seco rallado encima. Que puedo decir... este plato perfumo el comedor de mi hermano, desperto el deseo de la conversación, y los recuerdos se mezclaron con los sabores, las palabras con el afecto, y las ensaladas aderezaron el placer de la comida y el gusto de una gratísima velada. En tardes como esta sé y lo sé muy bien que el arduo trabajo de la cocina es casi siempre bien recompensado........

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